"...si usted no entiende de poesía
le escribiré un cuento de bomberos..."
le escribiré un cuento de bomberos..."
Noha
Amigo!!.¡¡ Eh Amigo !!-
La  cara blanca como cubierta de tiza pareció reaccionar abriendo un par de  ojos azules inyectados en sangre, irritados por el polvo de cal que aún  flotaba en el aire y lo hacía incluso difícil de respirar.
La  corpulenta silueta que se acercaba demoró tan sólo un instante en  ajustar un mosquetón a un hierro saliente y descender con cuidado en  posición invertida pero aún sujeto por su arnés, como araña al acecho de  una posible víctima.
-Bueno. Tranquilo- dijo mientras llegaba al fondo - acá estoy- tomó su Walky Talky y sin mediar otra palabra gritó sin necesidad –Tengo uno, masculino, sobreviviente ¿Me copia? Cambio.
Una voz robótica respondió desde el aparato.
        -Chávez? ¡!Antes de modular identificate carajo ¡!
-Acá Cháves... Encontré masculino de unos treinta años, sobreviviente atrapado, cambio…
        -¿Necesita médico urgente? Cambio
-Afirmativo. Y la bolsa cricket. Cambio-
        -Mantenelo despabilado hasta que traigan la bolsa de aire. ¿Un cricket hidráulico no te alcanza? Cambio.
-Negativo  Ludueña, es parte de una losa. Es más seguro hacerlo con la bolsa.  Ahora, si usted quiere que se venga todo en banda...Cambio
        -Bueno. No te hagás el vivo vos que te comés una sanción... Te aviso. Ya sabés que hacer. Fuera. 
-Si  ya sé- masculló con el resentimiento de quién duda de las capacidades  de un superior y de todas formas debe obedecer a rajatabla.
El  “Negro” Chávez se volteó sobre su costado y aún cuando estaba en  posición invertida, casi a treinta grados de inclinación pudo acomodarse  un poco y mirar con más detenimiento al muchacho que estaba frente a  él.
-Como te llamás campeón?
        -César. César Almeida…
-Sabés lo que te pasó Cesar?
         -Si…creo…se cayó la losa. Al lado estaban construyendo y socavaron los  cimientos. Tembló todo…todo el día...avisamos, pero el arquitecto no  venía...no vino, hablé con el capataz. Y encima vinieron hoy con una  excavadora...de las grandes...no dan pelota...
Cesar  se atragantó un poco con el polvillo y comenzó a toser, pero el Negro  sabía que no podía darle nada aún, tenía que terminar el interrogatorio  de rutina y después preguntar a los médicos si podía darle algo de  beber.
-Hoy había más gente por ser martes?
        -No, ¿cómo martes? Hoy es viernes…
-Si, claro, que boludo que soy. Decime ¿te duele algo?
        -La pierna izquierda. Creo que está aplastada…
-No,  no, no te des manija, tranquilo, está atrapada, mirá desde acá veo que  no hay sangre. Quedate tranquilo y respirá pausado que en poco tiempo te  sacamos y te vas al hospital. Mi dió, allá hay una enfermera…no, ¿para  que te cuento? un bombón. Ahí te vamos a llevar. Ya me vas a dar las  gracias.
César pareció tranquilizarse. Cháves no  tenía ni idea del estado de la pierna, pero con ese pequeño  interrogatorio que la Fuerza le obligaba a hacer, ya había definido que  la victima estaba en uso de sus facultades mentales completas, no estaba  en estado de shock y que por lo tanto sus heridas podían ser leves.  Recordaba nombre, lugar y fecha, comprobando su ubicación personal,  física y temporal. Faltaba una sola pregunta.
-Che, César, ¿había más gente en el lugar?
         -Si, poca, pero había. Creo que había tres chicas en el segundo, en  Pilates y cuatro chicos en las pesas. Ah!! Y dos más en las cintas…
-Si miramos desde el frente del edificio, ¿me podés decir a que altura y si es al fondo o al frente? -
        -¿En que piso y si era derecha o izquierda?
-Si, justo así. ¿Podés?-
         -Las chicas en el segundo piso, a la derecha, al fondo... Los de las  pesas, primer piso, a la derecha, al frente, creo... Las cintas  caminadoras, acá nomás. Yo tenía el escritorio de recepción al lado,  visto desde el frente a la izquierda en planta baja… ¿Te sirve?
-Perfecto.  Bueno, esperá que modulo- Tres femeninos segundo derecha atrás, cuatro  masculinos primero derecha frente, dos más acá. Cambio-
         -¡¡Identificate antes de modular carajo!! Tengo que ser mago. Ya te  copié. Los muchachos están trabajando ¿cómo está la víctima?- 
Silencio...
        -Chávez, ¿que cómo esta la víctima?-
-¿Cambio?-
        -Si boludo. Cambio-
-Chávez, acá. Bien está, bien ¿y la bolsa, ya está en camino? Cambio.
         -La del cuartel de la Boca es la que está entera y funcionando pero se  la prestaron a Tandil. Estamos tratando de ubicar otra. Yo te aviso. Y  vos no te hagás el estreñido, huevón. Fuera. 
Chávez  le guiñó el ojo a César mientras le sonreía  en tono cómplice pero se  dio cuenta que la cosa se complicaba y que no podía quedarse tanto  tiempo allí con la losa pendiendo sobre sus cabezas a la vez que la  inclinación de su cuerpo poco a poco se hacía sentir haciendo que mucha  sangre se le fuera hacia el cerebro sin pasaje de vuelta.
Por  lo menos -se decía para sus adentros- tengo uno vivo y hoy no voy a  tener que lidiar con muertos. Es que Cháves desde que era bombero no le  había hecho asco a ningún encargo. Si un tren arrollaba a alguien él era  el encargado de recuperar los trozos y pasaba horas recorriendo vías  con sus guantes de látex encontrando algo aquí otro algo allá. Si se  trataba de un accidente vial, era el que mejor manejaba las “tenazas de  la vida” esa herramienta traída por la mano de dios y un mecánico con  inventiva, que con pocos movimientos y mucha potencia cortaba las chapas  retorcidas para liberar a las victimas o lo que quedara de ellas.
Si  un incendio era la tarea indicada, él se calzaba sus tanques de  oxigeno, traje y mascarilla roídas por el uso y de antigüedad  inescrutable, para así adentrase en el fuego y rescatar, a veces  sobrevivientes, a veces victimas.
-No te me duermas César. Quedáte conmigo. ¿Cómo te dicen tus amigos? Cacho, tito… Negro seguro que no te dicen.
        -Laucha…por las paletas, creo…
-¿Laucha o conejo? No jodas. ¿En serio? Y yo me preocupo por que me dicen negro…
César lo miró con cara de contener una respuesta incómoda y Chávez lo pescó al vuelo.
-Si, ya sé que soy negro, pero me gusta que me llamen por mi nombre-
        -¿Cuál? ¿Chávez?
-No, ese es mi apellido. Artemio…
        -No me jodas…
-Si mi abuelo se llamaba así y a mi me pusieron su nombre…por lo menos es original... no como Claudio, Carlos... César...
        -Bueno, Artemio. Mucho gusto.
-El  gusto es mío César, pero no te me duermas ¿eh? Si no te cuento cómo se  llamaba mi abuela y no te dormís nunca más en la vida…
Una  pequeña sonrisa asomó en la pálida cara del muchacho y Chávez aprovechó  el momento para ver si podía observar mejor la pierna atrapada.
Se  arrastró como pudo unos centímetros más hasta llegar a un hueco un  tanto mayor que le permitía girar el torso y elevarlo apenas un poco.  Durante la maniobra vio la pierna, fracturada pero no expuesta ni con  pérdida de sangre, razón por la que se tranquilizó un poco, pues de  estar expuesta, los tiempos tomaban el atajo de un acelerado reloj  sincopado al existir la posibilidad de un cercenamiento de la arteria  femoral y una hemorragia que le daría menos de una hora para ser  controlada, situación ésta, sumamente comprometida, considerando que por  lo profundo, tardarían mucho tiempo en llegar con las máquinas para  liberarlo. La alternativa de la bolsa permitiría inflarla con aire  presurizado desde el compresor del camión y así levantar la losa que  aplastaba la pierna en forma pareja y con mayor superficie de contacto.
Chávez  no se animaba a usar un cricket por la poca superficie de apoyo y  porque podría rajar y fracturar la estructura sin lograr moverla lo  suficiente.
Parecía que César podía esperar, pero le  preocupaba que se estuviera durmiendo y que hubiera dos pisos sobre  ellos que había que remover primero para rescatar al resto.
        -Gracias…
Cesar no lo estaba mirando.
-Por qué mi amigo? Es mi trabajo, no se preocupe…
    -No, en serio. Yo no tendría lo huevos para meterme en este socavón para sacar a un perfecto desconocido…
-Che,  que nadie es perfecto y menos vos. No jodás, seguro que vos harías lo  mismo, lo que pasa es que todavía no te diste cuenta…
        -¿Ya llegó la Federal?
-Nosotros somos de La Federal…- 
Se  contuvo porque el muchacho no tenía porque saberlo. Siempre el maldito  estigma traído de la mano de los delincuentes. Superintendencia Federal  de Bomberos de la Policía Federal Argentina, muy largo, todos preferían  decir Bomberos Voluntarios aunque eso abarcara múltiples federaciones  nacionales y ajenas.
        -Perdón, no sabía…
-No  te preocupes Laucha, nadie nos asocia con la policía, pero somos los  que están para servir y proteger - hizo una seña de comillas con ambas manos-, pero la gente se acuerda de eso nada  más que cuando se convierte en víctima-
        -No, en serio, yo tengo un amigo policía…
-Si  Laucha, no te calentés, te entiendo hermano. La cosa no es con vos. Vos  tranquilo que primero te vamos a sacar y después hablamos de estas  pavadas… Acordate de la enfermera. Tiene unas gomas. ¿Te gustan tetonas,  no?. Si, como no te van a gustar...ya vas a ver... Delia se  llama...Delia...
Artemio se miró las manos,  fuertes, callosas, deformadas por múltiples esfuerzos. Cada una de ellas  capaz de contener la cabeza completa del Laucha en su circunferencia.  Su mujer lo solía observar y luego de tomarlas entre las suyas le decía
           -Manos grandes, buenas, fuertes. ¿Sabés por qué me enamoré de tus manos? 
    - No ¿por qué?- 
            -Porque son racimos de chorizos-
Y él la corría por la casa con un falso enojo decorado de sonrisas.
        -Me duele un poco el estómago…
-¿Te duele o tenés ganas de cagar?
        -No, me duele adentro…
-Perate un cacho…
Tomó nuevamente el Walky Talky, pareció recordar algo y dijo:
-Acá Chávez, ¿me copia? Cambio-
        - Hablá Chávez, ¿qué pasa? 
-¿Cambio?-
        -Si. La puta madre.Cambio-
-Digale al médico del S.A.M.E. que la victima presenta dolor de estómago. ¿Recomendación? Cambio-
        -Pará... Momento…
Pasaron sesenta segundos largos, casi como de media hora.
         - Dice que no le des nada, que hasta que lo saquemos no puede decirte  ni recomendar nada. Si empeora te bajamos algún calmante pero hay que  llevarlo a emergencias lo antes posible. Cambio.
-¿Y de la bolsa? Cambio-
        -Te vamos a bajar el cricket, olvidáte de la bolsa. Parece que no estaba en el presupuesto nacional. 
Chávez  refrenó la puteada que le asomaba por la boca cuando sintió que la  línea de vida se movía con el peso de alguna herramienta que le mandaban  desde arriba.
        -Te va el cricket. Seguí el procedimiento. Fuera-
Y  la realidad decía que debía poner una base de metal lo más amplia  posible, tanto en la base como en la cima  que,por supuesto, de antemano  preveía que no iba a tener.
        -¿Me van a sacar?
- No, si vúamo a estar por inaugurar una gomería… 
El  Laucha sonrió con lo imprevisto de la broma y aunque un pequeño rictus  de dolor le cruzó la cara supo que no podía estar en mejores manos que  aquellas.
        -¿Me va a doler? -
-Lo  mismo que a mí, hermano: nada. Quedate tranquilo. Soy bruto pero hago  esto casi todos los días. Como que equilibro lo bestia con la  experiencia ¿viste?-
Y mientras se lo decía comenzó  a apuntalar las partes débiles de la estructura con cuatro caños que le  bajaban por la línea de vida. Encontró un punto firme de apoyo justo  bajo la vertical donde se encontraba la pierna del Laucha. Verificó  posibles desprendimientos o corrimientos que pudieran empeorar una  situación que de por sí ya era complicada y comenzó a bombear el cricket  hidráulico con un ritmo lento pero seguro, deteniéndose a cada  oportunidad en que una pequeña lluvia de cal caía sobre ambas figuras.
La  losa comenzó a moverse casi en el mismo momento en que el embolo  llegaba a su fin sin poder elevar una columna que había agotado su  recorrido.
La puteada salió débil, cansada. Goteó de su  boca para estrellarse contra el piso junto con cientos de gotas de su  propia transpiración..
César lo miró preocupado, con el inicio de la desesperación asomando en sus labios.
        -¿Cagamos?
- No hermano, de acá nos vamos los dos y ahora, como que me llamo Artemio ¿Sabés?
Y  en cuclillas con la espalda empujando con toda su fuerza bruta parte de  una losa que comenzaba a bascular sobre el eje de un simple cricket, el bombero cumplió su promesa, como cada día de  su vida lo había hecho.
Basado en un hecho real. Ver aquí
OPin
Buenos Aires 2011
© Copyright 2011
Once Cuentos sin Rumbo
ISBN 987-43-8446-9
Buenos Aires 2011
© Copyright 2011
Once Cuentos sin Rumbo
ISBN 987-43-8446-9

 

 
 
 


me encantó. después de un día medio choto... aaahh ... graciassssss!!!!
ResponderEliminarah! por supuesto de los culpables y responsables del derrumbe del gim Nino no? ni noticias , ah si me parecía.............
ResponderEliminarMe alegra haber mejorado su día y , si , tiene razón, a los responsables se les suspendieron los permisos por 15 años pero seguramente pagan las matrículas a otros novatos para seguir en el negocio.
ResponderEliminarPresos deberían ir.
Un cariño y gracias por sus comentarios.
Luego de mucho tiempo, me he tomado unos minutos para leer algun cuento.
ResponderEliminarMe pareció una buena historia! Obviamente resalto la gracia y sorpresa que me dio el trato que tiene el bombero con su superior y la actitud frente a la victima de mantenerla tranquila (mediante la forma que fuere).
Supongo que a veces habrá que tomar esa actitud frente a problemas menores que uno mismo los ve mas grande de lo que realmente son...
Saludos!
Esto es lo del derrumbe del gim èse, ya veo.
ResponderEliminarPobre gente.
Pero el relato que te inspirò quedò muy bien, che.
Un abrazo.
Pino, Que alegría que lea uno de estos pequeños relatos. Tiene usted toda la razón, así son las cosas. En las situaciones más críticas siempre es más ayuda descomprimir la situación y generar tranquilidad que andar desesperando y como loco.
ResponderEliminarMuy acertado su comentario.
Un abrazo.
Gaucho. Fue lo del gim, pero hay miles de relatos de bomberos gauchos que habría que poner en papel para que no los olviden. Son una mano amiga cuando uno más la necesita.
ResponderEliminarGracias por su comentario.
Un abrazo.
Muy lindo cuento.
ResponderEliminarGracias a dios que existen los "angeles de la guarda" como me decía mi abuelita, y con ésto yo me podia ir a dormir solita por las noches.
En esa época me los imaginaba con alas, gráciles y luminosos.
El paso del tiempo y las circunstancias, me hicieron notar que esas bellas personas, llenas de humanidad, existen.
Ellos siempre están y andan por nuestros caminos.
Un abrazo
Ha logrado capturar la idea que me llevó a escribir este pequeño relato. El suyo es un sentimiento que comparto.
ResponderEliminarUn cariño y gracias por comentar.