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La joyería de Gómez


El señor Gómez literalmente cagaba piedras.
No hay otra forma de decirlo.
Un día de enero descubrió casi por casualidad ese don que algún poder superior le había otorgado. Escuchó el golpe seco y contundente contra el enlosado blanco retumbando entre las paredes cubiertas de azulejos  celestes.
En esa primera oportunidad no le otorgó la menor importancia y es posible que haya perdido una pieza geológica cuyo valor como curiosidad podría haber sido relevante.
Pasaron varias semanas, tal vez tres, hasta que escuchara algo similar, pero en aquella oportunidad debido al ángulo de salida del objeto el mismo pareció girar ruidosamente hasta que la fuerza centrífuga fuera lentamente vencida y se encontrara con el reservorio de agua inferior.
Gómez decidió mirar detenidamente y allí en medio de la taza se encontraba una pequeña piedra traslúcida que aún en bruto brillaba como si contara con luminosidad propia.
La sorpresa no fue poca y el señor Gómez, asistido por una preocupada esposa, corrió a la consulta donde un médico cansado de la rutina diaria pareció interesarse en lo extraño de su caso y analizó la piedra con evidente curiosidad.
No, ciertamente no era un cálculo de ningún tipo de material y obviamente no podría haber salido del cuerpo del señor Gómez a menos que lo hubiera ingerido previamente.
Revisado el menú de toda la semana, el matrimonio llegó a la conclusión que nunca habían siquiera probado una piedra de esa calidad.

Amigo- le dijo el profesional de la salud- estoy seguro que este objeto no proviene de su cuerpo. No es de calcio, ni colesterol, ni bilirrubina. Además, se lo aseguro por las pestañas que me he quemado estudiando, casi nunca salen por allí.  Mire, dado que se le acerca el medio siglo y...a ver...si, - revisó rápidamente unos papeles- ya me lo imaginaba, no tiene ningún análisis en los últimos cinco años, le voy a dar una orden para un screening completo. Como para analizarlo más profundamente...

Apenas Gómez escuchó la palabra `profundamente´ revivió sus ocultos temores asociados a la imagen de un  proctólogo aquejado de gigantismo revisando sus tripas. No pudo dejar de notar que su mujer se sonreía como quién saborea una antigua venganza, pero apenas había comenzado a asomarse el rictus en su cara  supo censurarlo de manera extremadamente veloz.
El médico sugirió varios estudios completos, pero el más importante de todos ellos era una resonancia magnética que indicaría sin lugar a dudas la localización de cualquier otra piedra dispuesta a luchar contra ese cuerpo que la oprimía evitando que alcanzara la libertad.

Si bien la señora Gómez solicitó todos los turnos necesarios para cumplir con las ordenes del profesional, el señor Gómez ya había decidido ignorarlas por completo. Claro, a menos que el problema se le complicara y  mostrara algún tipo de gravedad. Él temía que tarde o temprano le dieran una orden para un estudio más invasivo y vergonzante para su masculinidad, y eso no estaba entre las cosas que consentiría mientras la salud lo acompañara.

Con la piedra envuelta entre algodones en un pequeño frasco para análisis, la familia Gómez viajó hasta la calle de los joyeros, en pleno centro comercial, allí donde su hermano apodado El Negro tenía su negocio de joyería desde hacía más de veinte años.

-No hermanito, no hay problema, yo la reviso y te digo. Dónde está esa cosa?- apuró El Negro.- ¿la lavaste no?

Gómez asintió con la cabeza y le acercó el envase

-Si, con alcohol...

El Negro prendió una luz circular que iluminaba su escritorio y con un monóculo apretado entre su arco superciliar y su pómulo derechos examinó la piedra una y otra vez, como si no pudiera aceptar lo que estaba viendo.

-Yo diría que es un VVS1 pero no estoy seguro. Puede que sea mejor.-

El señor Gómez se encogió de hombros y mirando a su hermano con las cejas en alto le dijo

-Y en cristiano negrito?

-En cristiano esto que me traés es un diamante puro sin tallar al que no puedo verle inclusiones y es totalmente transparente. Claro, hay que tallarlo y verificar que internamente no presente alguna que ahora no puedo ver porque no está pulido. Antes que me preguntes, inclusiones son  impurezas, o manchas en el interior...

-Un diamante? Y vale mucho?

-No te lo puedo decir ahora mismo, pero dejámelo que tengo un paisano que talla al mejor estilo suizo a ver que conviene hacer, pero a ojo de buen cubero acá tenés unos 10.000 dólares...

Los Gómez se miraron en silencio. Incluso viajaron a casa en silencio, en el colectivo, en el tren y en el remis hasta la casita en medio de la nada.

También cenaron entre miradas.

Ni una palabra hasta que el señor Gómez le dijo a su señora.

-Me voy al baño a leer un ratito el diario-

Y el ratito duró dos horas.

-Siii !!! Eeesssaaaa !!! Vamos Gómez que usted puede !!! Y dale, y dale, y dale Gómez dale !!. E,O,E...E,O,A,  Si éste no es el Gómez, el Gómez dónde está !!!...

La señora de Gómez no paraba de hinchar por el equipo del marido desde la tribuna del otro lado de la puerta.

Pero nada.

No fue sino dos días después que Gómez volvió a escuchar el delicado sonido del diamante girando sobre la loza blanca.

Y ya eran 20.000 dólares.

Pronto el simple hecho de concurrir al servicio se había convertido en una expedición a las minas de diamantes africanas. Gómez se llevaba su diario o el último libro junto con un par de pinzas largas. Pasaba horas tratando de comprender el proceso para poder ir optimizandolo y así mejorar el estado financiero del grupo familiar.
Su esposa lo esperaba ansiosa del otro lado de la puerta ya sin cantar arengas y Gómez lo intentaba con una pierna estirada, la nalga derecha alzada, tirado hacia adelante, hacia atrás, conteniendo la respiración, respirando profundo, levantando la otra pata o apretando las nalgas. Todo parecía dar igual hasta que un día Gómez notó que las piedras elaboradas comenzaban a tener otras características:

Venían facetadas.

Los primeros y más simples diseños fueron los facetados en talla 8/8. Gómez notó que si levantaba la ceja izquierda mientras cruzaba los dedos pulgar e índice del pie derecho y sostenía su testículo izquierdo con la mano derecha, las piedras aparecían en un 90% de las veces con éste diseño en particular.
Sólo varias semanas después , víctima del aburrimiento postural logró conseguir uno de talla Marquise, mucho más elaborado y complejo, para el cual sólo debía sostenerse sobre sus piernas impidiendo que sus nalgas tocaran el asiento de su inmaculado trono, pero con el dedo índice metido en el pabellón de la oreja izquierda. Para que el facetado fuera perfecto debía mantenerse en esa posición por tan solo treinta minutos. En caso de cansancio descubrió que podía sentarse con una pierna en alto mientras intentaba tocar la punta de su pie con la otra mano y alternaba un pulgar metido en sus fosas nasales. En este caso conseguía que los diamantes fueran de talla Cushion.
Cualquier otro intento resultaba en una piedra en bruto que debían llevar al joyero paisano que conocía El Negro para ponerla en valor después de tallarla.

-Podrías ser menos egoísta no? - le dijo un día su mujer - Siempre pensando en vos mismo y en hacer el mínimo esfuerzo. Si te preocuparas por nosotros al menos intentarías sacarlas con algún engarce. ¡ Pero no ! al señor no le importa nada ni nadie que no sea él mismo y claro, se conforma con esos facetados de mierda...Nunca un Baguette o un Princesa..noooo que vaaaa, el señor prefiere hacer siempre lo mismo.

El señor Gómez aceptaba estoicamente los reclamos y como era consciente que tampoco había sido muy bueno para las finanzas, la administración del dinero producido había recaído mágicamente sobre su esposa.

Pero una cosa es administrar la pobreza y otra muy diferente la riqueza.

Cualquiera habría pensado en ocultar los ingresos invirtiéndolos en un lavadero de autos, un hotel que alquilara habitaciones a clientes fantasma o cualquier otra actividad de las que usaría un político normalmente para ocultar su dinero mal habido. Pero no, la señora Gómez compró una nueva casa dentro de un barrio exclusivo, un automóvil de alta gama y nombre germánico y más, y más deudas que alguien tarde o temprano debería pagar.

El tema era que la señora Gómez ya se había puesto práctica con la tarjeta y estaba manteniéndo en rojo muchas de ellas mientras su marido se esforzaba geológicamente. Financiaba la deuda de una  con la otra y lo producido en el pequeño baño finalmente apenas lograba alcanzar para cubrir los gastos por intereses de todo lo adquirido.

Claro que para no romper la mística del proceso creador, el señor Gómez debió quedarse a vivir en la pequeña casita donde el baño le era confortable y eficaz.

Los ricos lo saben desde la cuna, pero los pobres se desayunan tarde.
Nunca, pero nunca jamás hagas ostentación de tus bienes.
Llama la atención de los recaudadores de impuestos.

Pronto todas las áreas gubernamentales dedicadas a la cobranza tributaria estaban investigando el origen del dinero de la familia Gómez. Revisaron si estaba en el contrabando de diamantes, si tenía contactos con la mafia rusa, o si era amigo de algún político. Incluso se lo investigó por lavado de dinero del narcotráfico. No había forma de que justificaran lo obtenido, pero tampoco que pudieran implicarlo en un delito. Él se mantuvo en sus trece y aseguró a quién quisiera escucharlo que eran piedras que había encontrado en los caminos comunales y de montaña a pocos kilómetros de su casa.

Finalmente la paciencia estatal tocó fondo y terminaron multándolo, le cancelaron todas sus cuentas bancarias, bloquearon su Clave Única de Identificación Tributaria  y le armaron una forma de pago que, para poder ser cumplida, obligaba al señor Gómez a producir un mínimo de dos diamantes diarios.

Pronto Gómez descubrió que el estrés le producía estreñimiento.
Y no produjo más dinero.

Su esposa lejos de asumir cualquier responsabilidad en el desastroso desenlace, presentó una demanda de divorcio que prosperó de manera express y que debido al embargo y posterior remate de los bienes la dejó apenas con lo mismo que tenía antes de la primera piedra.

Menos, si contamos que perdió un marido.

Lejos de desmoronarse, el señor Gómez retomó su anterior actividad realizando reparaciones puerta a puerta.
Pronto fue feliz nuevamente sin olvidar aquello que había aprendido de los errores del pasado. Encontró una pareja con conocimientos de economía hogareña, un hermoso cuerpo haciéndole juego que no economizaba para nada.
Pasaron cinco años y llegaron dos hijos.
El señor Gómez no pedía nada más que lo que tenía.

Pensaba justamente en eso mientras leía el diario en su nuevo trono cuando un sonido conocido pero levemente alterado le llamó súbitamente la atención.
Algo que giraba y giraba recorriendo el enlozado en círculos hasta chapotear haciendo cabrilla en el agua del reservorio de la parte baja del retrete.
El señor Gómez sintió un pequeño escalofrío.
Allí en medio de la taza se podía observar inmaculada una piedrita dorada .

Sin pensarlo mucho apretó el botón del escusado y se fue a jugar con sus hijos.
Estaba seguro de haber reconocido una pepita y lo primero que se le ocurrió en ese instante era que no tenía tiempo ni ganas de fabricar algún elaborado modelo de lujosa e intrincada orfebrería.


OPin 2015

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